Otro pianista compositor destacado de la época fue Ernesto Elorduy (1855-1913), proveniente de una familia muy rica, quien perdió a sus padres en la adolescencia, quedando al cuidado de su hermano mayor. Ambos hermanos se dedicaron a viajar por el mundo y, en Alemania, Ernesto se inscribió en el Conservatorio de Frankfurt. Tuvo tratos con Anton Rubinstein y acudió a cursos impartidos por Carl Reinecke, socio de Mendelssohn y Schumann. Después de viajar por Europa Oriental, se fue a vivir a París, inscribiéndose en el Conservatorio, y tomando clases con Georges Mathias, alumno de Chopin. Posteriormente, contrajo matrimonio y tuvo dos hijos[1].
Aproximadamente en 1892, Elorduy regresó a México, donde adquirió gran popularidad. Escribió una buena cantidad de obras, en su mayoría para piano: Alma, María Luisa, Cariñosa, Corazón, Soñadora, Minueto Polonés, Toujours, Obsesión, Airam, A toi, entre muchas otras. Además, fue profesor de piano del Conservatorio. Su obra es atractiva y elegante, con una gran capacidad de evocación y talento para la creación de atmósferas[2].
Aproximadamente en 1892, Elorduy regresó a México, donde adquirió gran popularidad. Escribió una buena cantidad de obras, en su mayoría para piano: Alma, María Luisa, Cariñosa, Corazón, Soñadora, Minueto Polonés, Toujours, Obsesión, Airam, A toi, entre muchas otras. Además, fue profesor de piano del Conservatorio. Su obra es atractiva y elegante, con una gran capacidad de evocación y talento para la creación de atmósferas[2].
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